Terminábamos el artículo anterior con la esperanza de poder disfrutar de los vinos, el momento y la compañía, ese es el objetivo, pero no debemos olvidar que el precio de las botellas es dispar y en muchas ocasiones disparatado. Hoy no hablaremos de los vinos “unicornio”, ni especulativos, hablaremos de los vinos que se compran para beberlos antes o después, entre amigos, familiares o en pareja.
Comenzaré contando una anécdota que me ocurrió en una gran superficie de una ciudad española. En aquel momento yo andaba por los lineales de los vinos curioseando las diferentes ofertas, denominaciones, estilos y precios, cuando paré junto a una persona que miraba dos botellas y las sostenía una en cada mano, acercándome le digo: .- “sin duda yo elegiría esta”, señalando una de las botellas; el hombre se volvió hacia mí y me dijo: .- “muchas gracias, pero me puede explicar ¿cuál es el motivo de que una botella cueste 2,50 € y la otra 12,00 €, cuando ambas están amparadas por la misma D.O. (es este caso era Rioja), son de la misma variedad, misma añada y ambas con la tirilla de crianza?”, no pude responder.
Esto nos plantea un dilema interesante, en Burdeos los primer Grand Cru Classé, que son 5, Margaux, Haut-Brion. Latour, Lafite Rothschild y Mouton Rothschild, tienen unos precios entre los 600 € a los 850 €, más o menos, una variación en torno al 35% de los 3 primeros comparados con los 2 Rothschild, tanto Lafite, como Mouton, puede ser algo entendible, pero en los vinos de rioja la variación puede alcanzar el 600%!!!, dentro de los crianzas, los hay por 2,50 €, hasta los de 17,50 € y algo más si te descuidas, patético, ¿no?, o a que se debe este sin sentido de precios tan dispares, no creéis que el Consejo debiera tomar cartas en el asunto, máxime cuando se le llena la boca diciendo que abogan por la calidad, ¿QUÉ?, ¿COMO? vacila con otro hombre, no puedes hablar de calidad entre vinos que tienen un diferencial del 600%. Creo que el Consejo Regulador de la denominación origen rioja se vende a las tirillas, este último año 2022, según sus informes, se han vendido 343 millones de botellas, lo que supone 17 millones de euros de caja para el Consejo con las tirillas. Para flipar y también para misiones comerciales a lo largo y ancho de este mundo.
El puto negocio del vino se nos va de las manos, elaboradores que viven de los puntos Parker, otros que viven de su historia, los más valientes sobreviven de su duro trabajo y sus viñas y el Consejo Regulador vive de todos y se ríe también de todos.
En un futuro más cercano de lo que nos parece, dejaremos de adorar las obras faraónicas que algunas bodegas encargan a arquitectos de renombre que igual ni les gusta el vino y empezaremos a apreciar a individuos que apuestan por su origen, dejando atrás el conformismo, los trabajos bien remunerados, etc., y regresando al pueblo y no hablo de los niños de papá que empiezan haciendo vinos, que más bien parecen la poción mágica de Panoramix. Otra vez a vueltas con el precio, estos últimos, con padrinos, venden las cuatro botellas que, ¿elaboran?, a cojón de mico, los anteriores a mínimos de subsistencia, que mundo!!!